El integrismo católico es una tradición de pensamiento que sostiene que el poder político debiera ordenar al hombre a su fin último, rechazando la separación liberal entre la política y la preocupación por el fin de la vida humana. Puesto que el hombre tiene tanto un fin temporal como uno eterno, el integrismo defiende que existen dos potestades que lo gobiernan: una temporal y una espiritual. Y ya que el fin temporal del hombre se encuentra subordinado al eterno, la potestad temporal ha de estar subordinada a la espiritual.